Conserva su maquillaje original. Hace más de treinta años, el director Manuel Antín decidió grabarla en el celuloide. Puede que en Europa la conozcan porque la televisión habló de ella. Sin embargo, no se trata de una actriz. La protagonista es La Pulpería de Mercedes.
El río Luján, que la circunda, es el testigo infaltable de su vida. La Pulpería fue construida en 1830, asegura su actual dueño, Roberto "Cacho" Di Catarina, más conocido como "el pulpero". Sin embargo, Cacho aclara que su primer propietario fue Buenaventura Céspedes, que la compró en 1868, y sólo en 1910 la adquirió Salvador Pérez Méndez, su abuelo. De aquella época data su fachada, con imborrables huellas del paso del tiempo.
En la entrada de la Pulpería un palenque evita que los caballos se escapen y un cartel advierte que es la última pulpería en pie. Sus paredes son de 45 centímetros de espesor y están asentadas en barro. Su mostrador es de estaño y madera, y sobre las estanterías posan botellas que, camufladas por el polvo y las telarañas, encierran muchas anécdotas.
En la Pulpería hay calor y calidez. Del calor se encarga una poderosa salamandra, y la calidez la aportan dos modernos gauchos. El pulpero asegura que en otros tiempos su abuelo atendió a Segundo Sombra, que en la década del 20 trabajaba de resero y paraba allí para que sus bueyes descansaran. El audaz Juan Moreira fue otro de los que supieron acodarse en el legendario mostrador. Di Catarina conserva el amarillento pedido de captura del irreverente gaucho, que data de agosto de 1869. (Hernan Guzzetti – La Nacion.com 18/09/2004)
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